El cáncer es una enfermedad que se origina porque nuestras células no obedecen a los signos de inhibición de su crecimiento, lo que provoca que, en su defecto, adquieran mecanismos que las hacen reproducirse de forma acelerada.
Dejadas las células a su libre albedrío, esta explosión incontrolada de la división celular invade estructuras vecinas y causa daño a otros órganos del cuerpo hasta terminar, lamentablemente, acabando con su huésped. Por eso hemos de tratar el cáncer, porque tristemente no se va a curar solo.
Hoy en día somos capaces de evitar la aparición de muchos tumores, y, por otro lado, los tratamientos de los diversos tipos de cáncer detectados son curativos en un 60 % de los casos, y cada año añadimos un 2 % más a la tasa de curaciones debido a la detección precoz y a que los tratamientos complementarios naturales que cada vez se vuelven más avanzados y específicos.